La Isla de Buda, un pedazo de paraíso

Y contra todo pronóstico, es incluso mejor de lo que podría ser si hubiera sido pensada, planeada y planificada, y añade un plus extraordinario allá donde aparece. Es como una fantasía rodeada de magia.

Algo parecido ocurre con la Isla de Buda. Seguro que ha oído hablar de ello y quizás incluso ha tenido la suerte de visitarla en alguna ocasión contada. Si es así, enhorabuena, la suerte está de tu lado. Si la respuesta es no, entonces la recomendación es que aproveches alguna ocasión que se te presente y sobre todo, no dejes que se te escape.
La de Buda es una isla fluvial situada en el extremo oriental del delta del Ebro. A nivel de administración pertenece a Sant Jaume d’Enveja, pero a derecha ley, la Isla de Buda pertenece al río, porque es el río quien lo ha creado. Buena parte de la isla de Buda, junto al río Migjorn, forman la zona húmeda de la isla.

Tiene unas 1.100 hectarias, de las cuales 250 son arrozales y las más de 800 hectáreas restantes, tienen carrizales, juncales, salicornares y lagunas litorales, creando así una diversidad de ambientes que permite afirmar que la Isla de Buda es una de las zonas de mayor interés natural del delta del Ebro.

Y ya se sabe qué ocurre cuando se crea un hábitat favorable: que numerosas poblaciones de pájaros acuáticos han convertido esta isla en uno de sus lugares preferidos, tanto para nidificar como para hibernar.

Una isla a base de sedimentos

La formación de Buda data del siglo XVIII y alcanzó su máxima extensión a finales del XIX y principios del XX. Es cierto que desde entonces ha sufrido una regresión, pero eso no la hace, de ninguna manera, menos interesante ni misteriosa. Se creó a partir de los sedimentos compactados que arrastra el río. Su nombre es la forma latina del nombre que recibe la hierba de enea que prolifera, conocida con enea en castellano y bova en catalán. De esta variante de la caña se hacía el entramado de los asientos de las sillas, entre otros usos.

Un documento del alguacil mayor de Tortosa certifica que en 1739 la isla de Buda tenía 7 hectáreas de superficie. En el transcurso de sólo un siglo llegó a tener 1.400, formadas casi todas entre 1750 y 1850, lo que la convierte, con mucha diferencia, en la mayor isla de Cataluña.

A día de hoy para entrar en la Isla de Buda hay dos barras de arena compactada, pero hay que tener en cuenta que se trata de una zona que actualmente está cerrada al público ya que se trata de una zona protegida del parque natural. La dificultad para visitarla le ha convertido en aún más deseada.

Sin embargo, no siempre ha sido así, porque a principios del siglo XX vivían unos 200 colonos que se dedicaban al cultivo del arroz. Por aquel entonces sólo había un generador que alimentaba “la masía” de los propietarios y el resto de viviendas disponía de luces de carburo y todavía gracias. La red eléctrica no se instaló hasta 1980, pero en ese momento, el poblado ya no existía.

Ahora la superficie cultivada de arroz en esta isla sigue oscilando alrededor de las 300 hectáreas, gracias a la mecanización, sin necesidad de mano de obra residente.

Durante un solo día de este verano el Ayuntamiento de Sant Jaume de Enveja organiza una bicicletada popular que la recorre de Dalt a Baix en tan sólo unas horas. El objetivo de este cierre es procurar tranquilidad, respeto y naturaleza a los pájaros, peces y plantas que nacen y viven sin trabas, en un estado de completa libertad.

Flora, fauna y más…

En 1996, la Comisión Europea seleccionó el proyecto de restauración y gestión integrada de la isla de Buda como uno de los proyectos a cofinanciar en el marco del Instrumento Life-naturaleza. Este proyecto ha permitido realizar una serie de mejoras en los ecosistemas naturales y en el paisaje. Las actuaciones más destacables son:

1) Remodelación del sistema de desagüe de los arrozales para evitar que el agua cargada de nutrientes y contaminantes derrame en los cajones.
2) Apertura de canales de comunicación entre los relucientes y entre éstos y los cajones para reducir el alto grado de anoxia imperante.
3) Protección de los márgenes fluviales del Ebro, con técnicas de bioingeniería y plantación de bosque de ribera.

4) Enterramiento de una línea eléctrica que atravesaba buena parte de la isla, que permite una mejora paisajística y evita electrocuciones de pájaros. 5) Abandono de los arrozales del Mas de Quartera y conversión de estos terrenos en salobrales.
6) Abandono de más de 30 hectáreas de arrozales y reconversión en zona de pasto y depuradora verde.
7) Eliminación de flora exótica y arbolado de jardinería y sustitución por árboles de ribera autóctonos.

En conjunto, estas medidas han permitido el establecimiento y nidificación en Buda de especies como el capón real (Plegadis falcinellus) o la garza real (Egretta alba), que no se tenía noticia de que nunca hubieran nidificado en ninguna parte de Catalunya. Otras especies que también han nidificado en Buda son la perdiz de mar (Glareola pratincola) y el tejedor (Remiz pendulinus), que se instaló en el incipiente bosque de ribera. Recientemente el parque natural ha puesto en marcha un proyecto de reintroducción de la tortuga de estaño (Emys orbicularis), a partir de ejemplares nacidos en cautividad en el centro de fauna del mismo parque. De entre los peces, destaca la buena población de fartet (Aphanius iberus) de los cajones.

Parte de la reserva natural “Delta del Ebro”

Esta zona forma parte del espacio del PEIN «Delta del Ebro», del Parque natural y de la Red Natura 2000. En febrero de 1994 la parte meridional de la Isla y las lagunas de los Cajones fueron declaradas Reserva natural de fauna salvaje.

Sin embargo, el principal reto para la futura conservación de este espacio es la regresión de la playa, que se encuentra en una situación preocupante en el sector septentrional, y la subsidencia de todo el delta. De hecho, las antiguas balsas de Matarraña, Moixarres y El Pradot ya han desaparecido bajo las aguas.

El río Migjorn, que también forma parte de este humedal, es un brazo de río de 3,5 km de longitud que había sido una antigua desembocadura del río principal. Actualmente tiene las características de un largo y estrecho canal, y funciona más como una laguna que como un río. Está flanqueado por carrizales que acogen a muchos paseriformes y anátidos. También forma parte del espacio del PEIN, del Parque natural y de la Red Natura 2000.

Cañaverales, arrozales, pájaros, caballos salvajes, todo fomenta la imagen idílica de una zona poco conocida pero muy preciada.
El poeta Josep M. De Sagarra, en su poema “Evocación” habla de la Isla de Buda en los siguientes términos:

Nit de Buda, millor que en llit de roses
saps provocar el son més pregon,
Buda, misteri, becadells al front i res de noses!
Si no fossin aquestes simples coses,
de què em valdria haver vingut al món?

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