El inicio de la Batalla del Ebro de 1938: el principio del fin de la Guerra Civil española

La Batalla del Ebro, que empezó el 25 de julio de 1938, es uno de los episodios más significativos y trágicos de la Guerra Civil española. Esta batalla supuso un intento desesperado por parte de la República de cambiar el rumbo de un conflicto que parecía inclinarse, cada vez más, a favor del bando sollevado.

El contexto histórico

La Guerra Civil estalló en julio de 1936, dividiendo España en dos bandos. El republicano defendía al gobierno legítimamente constituido; el bando sublevado, liderado por Franco, quería establecer un régimen autoritario.

A mediados de 1938, la situación de la república era crítica. Las fuerzas franquistas habían conseguido importantes victorias y controlaban gran parte del territorio español.

Por eso, ante la creciente presión, el ejército republicano decidió lanzar una ofensiva en el Ebro. El objetivo que perseguían era desviar las fuerzas franquistas del frente de Valencia y recuperar el terreno perdido. Esta ofensiva dio lugar a la Batalla del Ebro, que fue planeada minuciosamente y contó con la participación de unos 80,000 soldados republicanos.

El inicio del fin

La operación empezó en la madrugada del 25 de julio de 1938, cuando las tropas republicanas cruzaron el río Ebro en varios puntos entre Mequinenza y Amposta. La acción inicial fue exitosa y permitió a las fuerzas republicanas avanzar unos 35 kilómetros, tomando posiciones clave como Gandesa. Esta ofensiva inicial sorprendió a las fuerzas franquistas, que se vieron obligadas a retirarse.

Así se desarrolló la Batalla.

A pesar del éxito inicial, la batalla pronto se convirtió en un enfrentamiento largo y sangriento. Las fuerzas franquistas, lideradas por el general Juan Yagüe, recibieron refuerzos muy rápido y empezaron una serie de contraataques para recuperar el terreno perdido.

La batalla se volvió aún más brutal por los intensos combates cuerpo a cuerpo, el uso masivo de artillería y los bombardeos constantes.

A banda, el terreno accidentado alrededor del Ebro y las condiciones climáticas adversas le dieron un nivel de dificultad adicional que afectó a ambos bandos. La lucha se estancó mientras los dos ejércitos sufrían grandes pérdidas, en un frente que se mantuvo prácticamente inalterado durante largas semanas. Los combates más feroces se dieron en la Serra de Pàndols y la Serra de Cavalls, donde las posiciones cambiaban de manos de manera repetida.

Consecuencias y pérdidas

Tanto tiempo de lucha tuvo sus consecuencias con un costo humano devastador. Se estima que alrededor de 100.000 personas perdieron la vida, incluyendo soldados de ambos bandos y también muchos civiles. El número de bajas fue especialmente doloroso entre las tropas republicanas, que sufrieron considerablemente debido a la superioridad aérea y la artillería del bando franquista, que los mantenía en una clara desventaja en todos los sentidos. Además, muchos soldados republicanos eran jóvenes, inexpertos, obligados a enlistarse, muchos de ellos parte de la famosa Lleva del Biberón por la juventud de sus efectivos, lo que contribuyó a aumentar el número de bajas.

Sin embargo, desde el punto de vista estratégico, la batalla no logró su objetivo principal. Aunque la ofensiva republicana logró, inicialmente, detener el avance franquista y capturar el territorio, al final no pudo mantener las posiciones. Así que el 16 de noviembre de 1938, las fuerzas republicanas se vieron obligadas a retirar sus posiciones iniciales al otro lado del río Ebro.

De inmediato, la Batalla del Ebro tuvo repercusiones profundas en el desarrollo de la Guerra Civil. La derrota republicana en el Ebro marcó el momento exacto del principio del fin de la República.

Las fuerzas republicanas quedaron seriamente debilitadas, tanto en términos de efectivos humanos como de los recursos materiales imprescindibles. Poco después, en enero de 1939, el ejército franquista lanzó una ofensiva final que culminó con la caída de Barcelona y la rendición de Madrid, en marzo del mismo año.

La fin de la Guerra y el inicio de la noche más negra

La Batalla del Ebro fue uno de los enfrentamientos más devastadores de la Guerra. Representó un esfuerzo heroico y desesperado por parte de la República para cambiar el rumbo de la guerra, pero terminó en una derrota que aceleró el final del conflicto. Su impacto humano y estratégico subraya la brutalidad de la guerra y también las profundas divisiones que marcaron a España durante esos años.

La Batalla del Ebro, luchada en escenarios conocidos y queridos, cerró el episodio de la guerra, dando paso a la noche más gris, triste y larga de la historia reciente de España: la dictadura franquista que se alargó durante 40 años.

Què ha quedat de la Batalla de l’Ebre?

La resposta és la voluntat de recosir ferides. Per això, des de diversos ajuntaments i sobretot des de la Generalitat, s’estan portant a terme actes d’homenatge i record a les víctimes de l’Ebre, algunes de les quals, estan enterrades fora de les comarques ebrenques, al cementiri de Tarragona, sense anar més lluny.

La memòria històrica d’un conflicte que va quedar clavat en la memòria dels que ho van viure i sobreviure. I això, independentment de la seva edat en aquell moment i en anys posteriors. Per això avui, 25 de juliol, es fan actes de record i de divulgació. Perquè la memòria no es perdi i perquè tot allò, no fos en va.

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